La piedra ha sido
arrojada contra la cortina de humo. La Confederación Española de
Organizaciones Empresariales (CEOE) – alias, “la gran patronal”-
ha lanzado el órdago: la causa de la denominada “crisis” radica
en que nos jubilamos demasiado pronto.
La propuesta que encabeza
las soluciones desesperantes aboga por la jubilación a los 70. Si,
señoras, señores, lo han escuchado bien: jubilación a los 70. Ahí
queda eso, afirmado con naturalidad, como quien habla de la borrasca
que se avecina por el norte de Estocolmo. Así, sin más. Es
condición sine qua non, o el colmo de la demagogia.
Cuando todavía estamos
asumiendo -con aplomante recelo- el último mazazo en la mesa, que
nos catapultó a todos a la jubilación a los 67 - eso sí, después
de haber trabajado 40 años-, recibimos esta propuesta, con la
dignidad que nos resta, o tuvimos, o tendremos, o creeremos haber
tenido. Por decir queda que ha sido una propuesta bien acogida por el
ministerio competente –válgase la ironía literal-, que la
estudiará con minuciosidad, si todavía no la ha desarrollado
legislativamente a golpe de decretazo.
Y yo me pregunto: ¿qué
nos está pasando a la gente que presumimos de “cabal”? –si es
que, hoy en día, todavía tiene acogida, en el diccionario social,
ese adjetivo-. No entendemos nada, estamos completamente
“desnortados”. Con un desempleo que supera el 25 % de la
población, que se ensaña con más del 50 % de los jóvenes en la
cola del no subsidio, es verdad: ¿por qué no nos jubilamos más
tarde todavía?
Tras la reforma de la
figura del contrato de relevo – asesinado con alevosía-, nos llega
esta solución desesperante. ¿Por qué? Nada más lejos de la
realidad mediática y políticamente correcta.
Yo solo soy una ciudadana
de a pié, una más de los “cabales” –creo-. Pero las cartas
están bocarriba: ¿quién va a trabajar hasta los 70? Nadie. La
mayoría renunciaremos a la jubilación plena. Todos preferiremos
sacrificar una parte de nuestra paga al mes, antes de morir
trabajando. La banca gana. El saneamiento de la Seguridad Social se
avecina. “Todo por la patria”- dijo la PePetra. Y Dante ganó la
partida.